Un soldado australiano de 26 años fue ingresado con el abdomen hinchado en un hospital militar mientras estaba en servicio activo. Al ser anestesiado, su abdomen perdió volumen, pero al recuperar la conciencia volvió a hincharse. Se descubrió que poco después de reincorporarse al ejército, su mujer supo que estaba embarazada. Cuando pudo regresar a casa, la barriga del soldado volvió a su aspecto normal.
Este es uno de los primeros casos diagnosticados con síndrome de Couvade, un síndrome caracterizado por síntomas propios de gestación en hombres relacionados con una mujer embarazada. A continuación, acudimos a diferentes estudios científicos para explicar sus causas que incluyen teorías psicoanalíticas, psicosociales y neurológicas.
Síndrome de Couvade, cuando el hombre ‘incuba’
Como indica el artículo del British Medical Journal citado, el término couvade se empezó a usar en psiquiatría para describir un malestar abdominal transitorio en los soldados aproximadamente en el momento en que se creía que sus esposas estaban de parto.
Desde mediados de siglo XX, se han sucedido los estudios acerca de este síndrome que no solo puede padecer el padre biológico, sino otro familiar vinculado a la mujer gestante.
Esta revisión crítica de la literatura científica sobre el síndrome de Couvade de varios investigadores británicos señala que se trata de un fenómeno global especialmente estudiado en países occidentales a pesar de que los síntomas a menudo son “ignorados, ridiculizados o permanecen sin diagnosticar”.
Pese a la abundancia de estudios al respecto, esta revisión crítica sugiere que las teorías que explican este síndrome siguen mostrando contradicciones, empezando por su incidencia, que sigue sin concretarse de forma certera. Así, en el Reino Unido las estimaciones van desde el 11% al 50%. En Estados Unidos se ha reportado una incidencia de entre el 25% y el 52%.
Los investigadores señalan, en este sentido, que informar de estos síntomas puede ser considerado un “anatema”: “muchos hombres ocultan los síntomas físicos del síndrome porque se avergüenzan, no sea que esto indique debilidad”.
Síndrome de Couvade: síntomas
Entre los síntomas debemos distinguir los síntomas somáticos de los psicológicos. Entre los primeros destacan la indigestión o cólicos, los problemas gástricos, antojos de comida, náuseas y vómitos, aumento o disminución del apetito, diarrea, dolor de muelas, dolor de cabeza, picazón, temblores musculares o hinchazón abdominal, como vimos en el caso del soldado australiano.
Entre los síntomas psicológicos, por su parte, se incluye la depresión, la ansiedad, el insomnio, la irritabilidad y el nerviosismo. En algunos casos muy concretos este síndrome puede venir acompañado de otros problemas mentales más graves, como el trastorno bipolar.
Este estudio analiza el caso de un hombre que tuvo su primer episodio depresivo inmediatamente después de convertirse en padre, seguido de dos episodios maníacos con síntomas psicóticos que requirió hospitalización y que se podría vincular también a los casos más extremos de hombres con depresión tras el parto de la madre.
¿Por qué algunos hombres se sienten ’embarazados’?
Entre las teorías que explican el origen del síndrome de Couvade se citan algunas de herencia psicoanalítica, teorías psicosociales así como los últimos estudios neurocientíficos que abordan cómo cambia el cerebro de los hombres con la paternidad y cómo estos cambios, a menudo abruptos, pueden suponer diversos síntomas vinculados al síndrome.
La envidia del hombre hacia la capacidad procreadora de la mujer y/o envidia del feto y del futuro hijo son dos de los aspectos barajados que explicarían el síndrome de Couvade. En este sentido, Boehm acuñó ya en 1930 el término “envidia del parto”: “Los hombres imaginan que el parto y la concepción son tan complicados y extraños, y debido a que estos procesos son tan misteriosos para ellos, tienen un deseo apasionado de compartirlos o bien una intensa envidia de esta capacidad en las mujeres”.
Así mismo, algunos autores citan cómo el embarazo puede suponer el resurgimiento de conflictos edípicos, un conflicto entre el desarrollo del feto y la autonomía del hombre.
Una segunda teoría psicoanalítica señala que algunos hombres pueden ver el feto como un rival por la atención materna, lo que supone que, en algunos casos, se alejen de sus parejas, especialmente durante el primer trimestre, lo que supone también una crisis en las relaciones entre ambos.
Estas teorías resaltan los conflictos internos del hombre relacionadas con su papel durante el embarazo y cómo estos pueden acelerar la aparición de síntomas vinculados al síndrome de Couvade.
Así se cita la transición a la paternidad como una “crisis de desarrollo” que está plagada de una “desconcertante variedad de cambios psicosociales”, “incorporando el rol paterno a la identidad del hombre”. En este sentido, para J.F. Clinton el síndrome de Couvade sería una respuesta reactiva a la crisis de desarrollo del embarazo.
Por otro lado, los investigadores también destacan el papel que juega la ansiedad en los futuros padres. Ansiedad que puede ser “transferida” entre ambos progenitores en una suerte de “bucle de retroalimentación”.
Ya hemos visto cómo el cerebro de las mujeres cambia tras la maternidad. Por su parte, los posibles cambios cerebrales que se dan con la paternidad, que ayudarían a desentrañar las causas del síndrome de Couvade, también empiezan a ser abordados.
La Universidad del Sur de California de Los Ángeles y el Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón de Madrid, asociados al proyecto BeMother, reclutaron a 40 hombres (20 de España y 20 de California) para someterles a cada uno a un escáner de resonancia magnética dos veces: primero durante el embarazo de su pareja y después de que su bebé cumpliera seis meses, incluyendo también en el grupo de control a 17 hombres sin hijos.
Los investigadores encontraron varios cambios significativos desde el período prenatal hasta el posparto que no surgieron en los hombres sin hijos que se siguieron durante el mismo período. Tanto en la muestra española como en la californiana, los cambios cerebrales de los padres aparecieron en regiones de la corteza que contribuyen al procesamiento visual, la atención y la empatía hacia el bebé.
Este estudio sugiere que el grado de plasticidad cerebral de los padres está relacionado con cuánto interactúan con su bebé. Así, los cambios cerebrales observados en las madres fueron el doble que los observados en los padres.
En este sentido, es elocuente que los padres españoles, que, en promedio, tienen permisos de paternidad más generosas que los padres en Estados Unidos, mostraron cambios más pronunciados en las regiones del cerebro que apoyan la atención dirigida a objetivos, lo que puede ayudar a los padres a sintonizar con las señales de sus hijos, en comparación con los padres estadounidenses.
Los investigadores citan cómo este hallazgo “plantea la cuestión de si las políticas familiares que aumentan el tiempo que los papás dedican al cuidado infantil durante el período posparto temprano pueden ayudar a apoyar el desarrollo del cerebro paternal”.